sábado, 11 de noviembre de 2017

Mientras haya vida, hay esperanza

Lucas 18:35-43
35 Y aconteció que al acercarse a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando. 36 Al oír que pasaba una multitud, preguntaba qué era aquello. 37 Y le informaron que pasaba Jesús de Nazaret. 38 Entonces gritó, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! 39 Y los que iban delante lo reprendían para que se callara; pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! 40 Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajeran; y cuando estuvo cerca, le preguntó: 41 ¿Qué deseas que haga por ti? Y él dijo: Señor, que recobre la vista. 42 Jesús entonces le dijo: Recibe la vista, tu fe te ha sanado. 43 Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios; cuando toda la gente vio aquello, dieron gloria a Dios.

Muchas veces en la vida, nos encontramos con obstáculos difíciles de superar, pruebas a las que debemos hacer frente en el momento menos esperado. 

Así como el ciego que estaba sentado junto al camino dice la palabra mendigando, en su interior tenia esperanza de poder recobrar la vista seguramente había oído hablar de Jesús y los milagros, al oír que pasaba una multitud, pregunto que era aquello y le dijeron que pasaba Jesús de Nazaret. aprovecho la oportunidad y entonces grito. ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!.

nunca debemos de perder la esperanza y luchar por lo que queremos. Claro está que las cosas no se consiguen a la primera o a la segunda, por eso no debemos sentirnos desesperados.

Por lo general nos aferramos a la esperanza cuando estamos pasando por una situación complicada y, lo que hace es ayudarnos a no caer en la tristeza.

Así que nos aporta tranquilidad y fuerza en los momentos difíciles de la vida.

Gracias a ella, construimos pensamientos positivos la esperanza es fuente de energía, combustible necesario para la vida, mientras haya vida, hay esperanza.  

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